La capacidad de un Estado u organización para controlar y regular su entorno digital se ha convertido en una preocupación crucial. Análisis de la soberanía digital y sus implicaciones

Nacimiento del concepto de soberanía digital

El diccionario Larousse define la soberanía como «el poder supremo reconocido al Estado, que implica la exclusividad de su competencia sobre el territorio nacional (soberanía interna) y su independencia absoluta en el orden internacional, limitada únicamente por sus propios compromisos (soberanía externa)». Con la globalización y la expansión del entorno digital, la soberanía se ha extendido también al ciberespacio. La soberanía digital se define así como la capacidad de un Estado u organización para controlar y regular su entorno digital.

Este concepto surgió de forma progresiva en Europa ante la hegemonía estadounidense y china en la gestión de Internet.

La creación de la ICANN (Internet Corporation for Assigned Names and Numbers), una autoridad estadounidense de regulación de Internet, así como la dominación de las grandes multinacionales tecnológicas, provocaron reacciones frente al monopolio técnico y económico de la red.

Desde 2012, Rusia y China también reivindican sus «derechos soberanos» sobre la gestión de Internet, en el marco de la Conferencia Mundial de Telecomunicaciones Internacionales.

Pero fue en 2013 cuando la opinión pública tomó verdadera conciencia de otro aspecto clave de la soberanía digital: el de la compartición de datos, a raíz del caso Snowden. Este escándalo aumentó las preocupaciones, especialmente en Europa. En Francia, llevó incluso a la creación del Instituto de la Soberanía Digital, una asociación destinada a sensibilizar a ciudadanos y responsables políticos sobre los desafíos del entorno digital.

Tres componentes de la soberanía digital

Independencia tecnológica

Las tecnologías digitales transforman nuestras sociedades de forma constante, sin respetar fronteras físicas. La hegemonía de las multinacionales en el espacio digital mundial complica el desarrollo y la innovación dentro de otras naciones.

Reducir la dependencia tecnológica —especialmente en sectores críticos— es uno de los primeros pasos hacia infraestructuras digitales soberanas.

Desarrollo económico y político

Según el Plan Anual del Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) de 2024, contribuir a la soberanía digital implica fortalecer las capacidades de ciberseguridad nacional, lo que permite al Estado asegurar la independencia y el control de sus infraestructuras y datos frente a amenazas externas.

De hecho, los equilibrios de poder entre Estados se están definiendo, cada vez más, en el espacio digital. La ciberpotencia se ha convertido en un criterio clave de poder nacional, medido por el índice NCPI. La soberanía digital, por tanto, refuerza tanto la competitividad económica como la autoridad geopolítica de un país en el ciberespacio.

Protección de los datos

Con la revolución digital, los datos se han convertido en un nuevo “oro”. Los ciudadanos comparten numerosos datos sin saber cómo ni quién los utilizará.

Desde una perspectiva ética, la soberanía digital busca garantizar una mayor protección de los datos personales, limitando su acceso por parte de terceros países.

Europa se ha convertido en defensora de esta causa.

En mayo de 2023, en su documento «Enfoques globales de la soberanía digital: definiciones contrapuestas y políticas divergentes«, la UE define la soberanía digital como “la capacidad de la Unión Europea para tomar decisiones propias en materia de regulación de datos, basada en sus valores y conforme a sus normas, con el objetivo de proteger los derechos individuales y fomentar la innovación”.

En 2025, en la Propuesta de resolución sobre la soberanía tecnológica europea y las infraestructuras digitales (2025/2007(INI)), el Parlamento Europeo reafirma esta visión, subrayando la necesidad de dominar las infraestructuras, tecnologías y datos, protegiendo al mismo tiempo a los ciudadanos y empresas frente a la dependencia de actores extraeuropeos. La resolución enfatiza, entre otras cosas, la necesidad de invertir en cloud soberano y de promover empresas digitales europeas competitivas.

Desde una óptica de soberanía, proteger los datos también significa proteger la propiedad científica y técnica y prevenir el espionaje.

¿Cuáles son los retos y amenazas?

Los gigantes digitales, tanto estadounidenses (GAFAM: Google, Apple, Facebook, Amazon, Microsoft; y NATU: Netflix, Airbnb, Tesla, Uber) como chinos (BATX: Baidu, Alibaba, Tencent y Xiaomi), han llevado a los consumidores a renunciar a sus derechos sobre los datos a cambio del acceso a servicios.

Aunque esta situación está siendo cada vez más cuestionada, Europa se enfrenta aún al gran reto de ofrecer tecnologías soberanas e innovadoras.

Al otro lado del Atlántico, aunque Estados Unidos defiende la libre circulación de datos, refuerza su control soberano mediante el Cloud Act. Esta normativa, tal como explica Europa Press, «autoriza a las autoridades estadounidenses a exigir datos gestionados por cualquier empresa bajo su jurisdicción, independientemente de la ubicación física de los servidores» (Europa Press, mayo de 2025). Esta extraterritorialidad plantea serias preocupaciones en Europa en cuanto a la protección de datos y la autonomía digital.

En cuanto a China, su marco legal basado en la vigilancia permite un control estricto sobre la información nacional y «la Ley de Inteligencia de 2017 obliga a las empresas chinas a compartir datos con el gobierno, incluso si están almacenados en el extranjero.«

En resumen, la soberanía digital es un desafío clave para la protección de los intereses nacionales y requiere estrategias diferenciadas para su garantía.

Los Estados miembros de la UE tratan de influir en el debate internacional sobre protección de datos, proponiendo nuevas normas de gobernanza para una infraestructura digital respetuosa con las soberanías nacionales.

Medidas para reforzar la soberanía digital europea

La Unión Europea intenta imponer sus valores en la lucha por la soberanía digital, a través de diversas medidas.

El RGPD

El Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) regula estrictamente la recopilación, tratamiento y uso de los datos de los ciudadanos europeos. Impone obligaciones de transparencia y garantiza derechos como el de acceso, supresión o portabilidad de los datos. También establece que el alojamiento de los datos debe estar bajo jurisdicción europea, asegurando la soberanía digital.

La ley SREN y el esquema EUCS para el cloud soberano

La nueva ley francesa SREN, en vigor desde el 21 de mayo de 2024, busca reducir la influencia de los gigantes estadounidenses del cloud. Incluye medidas como el control de tarifas de migración de datos, la interoperabilidad obligatoria o el límite a los créditos de servicios en la nube.

[Nota para contexto hispánico: Aunque la ley es francesa, su enfoque puede inspirar iniciativas similares en países como España. No obstante, conviene explicitar que aún no existe una ley equivalente a SREN en el ámbito hispanohablante.]

Esta ley favorece el uso de operadores cloud europeos certificados como SecNumCloud, una cualificación francesa de alto nivel de seguridad otorgada por la ANSSI.

Aun así, el proyecto de certificación europea EUCS ha visto desaparecer su principal requisito de soberanía. Persisten diferencias entre Estados sobre localización de datos y acceso de proveedores no europeos. Francia ha reactivado su estrategia nacional de cloud soberano dentro del plan “France 2030”, con el objetivo de preservar los datos estratégicos.

España, por su parte, apoya firmemente la inclusión de requisitos de soberanía en el esquema EUCS, como la localización de los datos en territorio europeo y la exigencia de que los proveedores tengan sede en la UE para los niveles más altos de certificación. Además, ha impulsado su propia estrategia nacional de servicios en la nube para las administraciones públicas, con el objetivo de garantizar la seguridad y el control de los datos sensibles.

La IA Act para una inteligencia artificial soberana

La inteligencia artificial es un sector estratégico donde la UE quiere ganar protagonismo. El reglamento IA Act, en vigor desde agosto de 2024, pretende garantizar una IA respetuosa con los derechos fundamentales y la soberanía digital.

Su objetivo es doble: proteger los datos y fomentar un mercado único para soluciones legales y seguras, evitando la fragmentación.

Las obligaciones del reglamento serán plenamente aplicables desde el 2 de agosto de 2026.

Sin embargo, el texto ha generado controversia: ¿cómo mantener la competitividad si la regulación frena la innovación? Además, los costes de cumplimiento son elevados, lo que podría llevar a muchas empresas a deslocalizar.

Mientras tanto, la regulación se considera oportuna: Meta planea entrenar sus modelos de IA con datos públicos de usuarios a partir del 27 de mayo de 2025 sin consentimiento expreso, lo que ha generado inquietud en Europa.

Para las organizaciones: optar por soluciones soberanas

Más allá de regular el mercado, las múltiples normativas europeas orientan a las organizaciones en sus decisiones tecnológicas.

Las soluciones sujetas a leyes extraterritoriales, como el Cloud Act, no pueden garantizar una protección real. En sectores críticos como la industria o las finanzas, la seguridad de los datos es esencial.

Uno de los aspectos más delicados es la elección de herramientas de videoconferencia. Estas soluciones manejan información sensible tanto sobre las organizaciones como sobre los participantes.

Aunque el RGPD protege a los usuarios europeos, fuera de Europa esta garantía no existe. Además, el cifrado de las comunicaciones —aunque permitido en la UE— está restringido en otros países (como EE. UU. con el Patriot Act).

Utilizar soluciones no soberanas implica pérdida de control tecnológico y riesgos elevados de espionaje o injerencia.

En resumen:

La soberanía digital es esencial para los Estados y organizaciones que desean proteger sus intereses estratégicos en un mundo digital dominado por GAFAM.

Reducir la dependencia tecnológica, promover la innovación europea y reforzar la ciberseguridad son pilares fundamentales de esta estrategia. Para las entidades más sensibles, elegir soluciones digitales soberanas no es solo una cuestión de cumplimiento, sino una garantía de confidencialidad y seguridad.

Tixeo acompaña a las organizaciones críticas en el fortalecimiento de su soberanía digital, protegiendo sus comunicaciones en línea más estratégicas.

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